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domingo, 8 de noviembre de 2015

RACIONAMIENTO Y DIETA



Racionamiento y dieta

La comida simpre resultó un desafío para el poli. Ya en la escuela te cobran por lo que institucionalmente se llama “racionamiento”. Corrijo, te rompen el "toor" por una serie de alimentos mal llamada racionamiento. Ya el nombre te remite a raciones de guerra. Como si de soldados en combate se tratara.
No importa la época del año que sea ni la temperatura que haga, siempre te van a dar un gran plato de sopa hecha con verduras en mal estado que recolectan de los desperdicios que las verdulerías tiran en los alrededores de la escuela. Negativo comprar verduras, si lo que hace falta casi podemos decir que lo provee la naturaleza. Si a eso le sumamos que el “Aspirante” es tratado casi como basura por tener menos jerarquía que un punga, les dejo las conclusiones libradas a su imaginación.
Obvio que siempre habrá de postre las desabridas manzanas rojas, pero no de las que comen los humanos. A los Aspirantes se los provee de las manzanas arenosas y golpeadas seleccionadas como de segunda por cualquier verdulero. El plato principal abarca diez días ya que es de lunes a viernes y al llegar al décimo día se repite. Sumémosle que yo, por ejemplo, pasé nueve meses de mi vida en la escuela de suboficiales y agentes; digamos que no sólo me sabía de memoria todos los menúes sino que también ya me tenían  podrido..
4 veces a la semana se comía carne. ¡Epa dirán ustedes! No comían mal entonces si cuatro veces de seis incluía carne el menú pero… DEFINAMOS CARNE
No hablamos del jugoso churrasquito a la plancha que se hace cualquier Argento que se precie de tal, hablamos de carne en el vil sentido de la palabra o sea dos de las veces era carne picada, rectifico, carne de búfalo picada, se hacía difícil masticarla Y ESTABA PICADA ni hablemos de tragarla. Al tacto se sentía como tratar de tragar cascotes hasta que pasaba el esófago. Ahí se convertía en otra cuestión. defecarla era sólo para organismos competentes. De las otras dos veces una era estofado insisto, aún sin tener en cuenta que en enero con 38º a la sombra no era de lo más recomendable y la última vez era el día festivo, el día que todo aspirante anotaba en la agenda y esperaba con ansias. Era el día de la milanesa. Una feta milimétrica de carne de brontosaurio golpeada ferozmente por dos cocineros malolientes y musculosos que satisfacían mas de una necesidad fisiológica con la comida que íbamos a comer ya que para ellos los aspirantes ya éramos policías y el personal de la cocina parecía sacado de un centro comunitario villero, pero no importaba era el día de las milanesas. Una flácida feta de carne en medio de casi medio cm de pan rallado de cada lado, frita en aceite de motor de camión viejo de algún desarmadero. No importaba, eran las milanesas con puré si, con el mismo puré que usaban para revocar las paredes. Un asco, pero eran nuestras milanesas.
La bebida era lo mejor. Jugo Suin de naranja. Caliente indefectíblemente.
Siempre sospeché que el agua usada era el sobrante de la que usaban para lavar los platos. En medio del curso me enteré que el gustito había que agradecerlo a la media docena de gatos muertos que yacían en el interior del tanque de agua que nos abastecía tanto para beber como para el único baño permitido al final del día. La tapa se había roto quien sabe hace cuantos años y nunca a nadie se le había ocurrido echar un vistazo adentro. Recuerdo que a los gatos los encontraron un martes pero que recién el viernes anunciaron que no debíamos asistir a la escuela el sábado y domingo debido a que los iban a utilizar para limpiar el bendito tanque. Nos había llamado la atención que los instructores bebían agua mineral desde el martes hasta el viernes. Lógico, los aspirantes podían beber y bañarse con TE DE GATO pero ellos no.
Ahora imagínense la situación. 20 de enero, no importa el año, terminadas las clases en aulas nos envían a las compañías a prepararnos para el RACIONAMIENTO. Esto implicaba quitarse el uniforme Nª 1 con el que debíamos asistir a clases cambiarnos a uniforme de gimnasia y salir con el equipo de Rancho para hacer la cola que nos llevará al comedor. O sea salir trotando de la compañía porque –“¡Dentro de la escuela… el aspirante no corre… VUELA BAJO CARAJO, GUSANOS INMUNDOS, TIERRA NABOS”!-
Salías al patio y tomabas tu lugar en la parte de atrás de la fila para comer (en policía simpre hay que hacer fila para todo), por supuesto en pleno rayo del sol de enero y justo al mediodía. Demás está decir que una vez terminado de comer había que dirigirse a la compañía a la veloz carrera y esquivando a todos los instructores y sobre todo los oficiales que aparecieran en el camino para evitar que te den MANIJA porque sí, porque se les cantó o no les gustó tu cara o como tenías atado los zapatos. Esquivar las manijas y correr por debajo del sol y conteniendo las náuseas y posterior vómito generado por la sopa de yuyos y las milanesas de la muerte que acababas de comer.
Si lograbas llegar a salvo a la barraca  sin dar vuelta el estómago en el patio de armas aún tenías la difícil tarea de conservar dentro tuyo los alimentos que comiste al sentir el agrio y penetrante OLOR A PEDO que siempre pero siempre había, hay y habrá dentro del sitio que comparten 250 personas jóvenes sometidas a castigos estomacales. No trates de ir a las letrinas. Si encontrabas una disponible (en la 1er compañía habían seis en total para los 250 tipos) debías esquivar los restos de mierda, papel higiénico y escupitajos dejados en el piso. Hacer equilibrio tratando de no tocar las paredes laterales para no pegarte gonorrea sífilis o parásitos dejados olvidados por alguno de nuestros compañeritos.
Verdaderamente salías preparado para la guerra. No me olvidaré jamás del nombre de un instructor que nos dio MANIJA en el interior de los sanitarios, si si, los mismos que recién acabo de describir. No habrán sido más de 15 minutos hasta que mojamos con vapor las paredes del recinto. Para mí fueron seis  años. No terminaba nunca el hijo de puta.

 –1…,2…,1…,2…,1…,2…,1…,2…1 ES ABAJO   M`IJO… ABAJO LA PUTA QUE TE PARIÓ-

Pero se terminó. La escuela finalmente acabó y salimos a la calle. –Con el sol de frente- dice la canción y allí el soldado federal se encuentra con otro tipo de problemas alimenticios.

Hecho: El sueldo es bajo y el poli es manguero.
Por naturaleza es manguero. Ya viene con el uniforme el arte manguero. No es por maldad que se hace. Algunos si, manguean por angurrientos o sea piden a este  comerciante a aquel, a aquel también y ya que estamos a aquel otro también que mierda. No le hace falta tanto pero ya pide por deporte o pal´ perro aunque sea vió?
El comerciante, la mayoría entiende que los sueldos son bajísimos, que el poli promedio trabaja sus seis horas de servicio ordinario mas ocho horas de servicio adicional con lo que está fuera de su casa un promedio de 16 horas por día incluyendo el traslado a su casa. Todos los días. El poli vive del adicional. Así es y así será hasta que haya una nueva generación de políticos que dejen de considerar la seguridad como un gasto en vez de una inversión y coloquen los sueldos de policías maestros y médicos en la escala que se merecen. Ups claro, si pasara eso no estaríamos en la Argentina, estaríamos en lejanos países del primer mundo como Chile, Uruguay Brasil o Colombia. -¿Qué?...- ¿Esos no son lejanos e inaccesibles países del primer mundo? Ah… pareciera que sí.
Volvamos a la dieta policial. Pizza y empanadas al tope de la lista. seis de siete días a la semana eso se puede conseguir sin demasiadas complicaciones. Recuerden que de lo que viene de arriba lo único que mata es el rayo así que hay que agarrar lo que sea. Además el comerciante te lo dá esperando (aunque no te lo diga) que pases más seguido y te quedes en la puerta de su boliche un rato para que no lo pongan. Es un toma y daca. A veces, las menos, es factible conseguir un pedacito de carne asada. Ese día se festeja tirando tiros al techo mas o menos, salvo que seas oficial jefe y que te traigan “Brótola a la Romana” para la cual se deja siempre un restaurant sin tocar y que es el único que le prepara esos platos raros al Subcomisario.

–Lenguado traéme- Te manda el jefe- Con un agüita levité de ananá por favor-

La gran puta. Y se lo dan eh, porque es para el subcomisario. Andá a pedir para vos algo semejante a eso. CAGANDO TE SACAN.

Los días de cancha son los más aventureros. No sólo gastronómicamente sino también en kilombos. El fútbol Argentino es violento. Para ir a la cancha tenés que prepararte como si te hubieran avisado que vas a hacer un allanamiento en una villa. Listo para el combate tenés que estar. PPQ al tope de la lista. La tonfa es linda… pero poco práctica y complicada de utilizar. Yo prefiero los bastones extensibles, si “los”…, cargo dos de ellos. Están prohibidos obvio, como está prohibido todo lo que nos pueda hacer más fácil la tarea policial. Está prohibido por los jueces garantistas, igual que el PPQ pero claro, los jueces de mierda no tienen que enfrentarse a la barra brava de Boca los fines de semana. Tu seguridad es ante todo. Vos tenés que volver a tu casa al final del servicio. Si es posible entero, mejor.

En fin en las canchas podemos disfrutar de la autóctona comida local. En el top de la lista encontramos al nunca bien ponderado “Choripán Asesino” que es ese embutido grasiento coloreado con sulfito para que se vea rojo cuando en realidad antes del sulfito el chorizo era negro casi podrido y ya botuliento.
Los ves en la parrilla, fermentando sin pinchar a la espera de que aparezca una víctima que los trague y es en ese momento que aparece el poli. En el descanso de 15 min que pedís para comer, te comprás (acá no hay mangueo que valga) un chori asesino y una coca Lo condimentás con chimichurri receta familiar del parrillero y marcha una úlcera sangrante para el vigilante.
Ya morderlo es un desafío. Porque al presionarlo con los dientes, el aceite contenido, comienza a escurrirse te chorrea por la comisura de los labios y amenaza con acompañarte toda tu carrera si cae en el uniforme. Lo masticás y el tocino crudo se mueve dentro de la boca, lo único que te hace seguir comiendo son las salsas. En esos puestos hediondos hay unos aderezos que no encontrás en ningún otro lado. Los busqué en Coto, Carrefour, Makro al parecer no existen para la venta minorista y se los venden sólo a esos carritos piojosos. Es sólo por esos condimentos que se pueden comer los choripan asesinos.

Las pizzas que consigue el poli hay que comerlas dentro de los cinco minutos posteriores a que salió del horno, pasado ese tiempo se convierten en discos de cerámica. Varias veces hemos discutido la posibilidad de utilizarlos en el polígono. Terminamos haciendo alarde de dientes y las comemos al final. Una vez en la guardia interna estábamos con la perra mascota de la comisaría. Se llama Esmeralda y la adoptamos cuando su dueño la abandonó luego que un auto la atropellara y le rompiera una pata. Los chicos la recogieron , la curaron y desde entonces está con nosotros. Vá y viene desde la playa judicial hasta la dependencia. En fin habíamos terminado de comer pizza en la guardia interna. Esmeralda estaba con nosotros, quedaban dos pociones que nadie iba a comer. Así que las tomé y se las dejé al lado del plato de la perra. Esmeralda se acerca, huele la pizza luego me da una mirada, que no me voy a olvidar nunca, gira y va hasta su plato de donde comienza a comer los trocitos insípidos de comida balanceada que tenía allí. La pizza estaba al lado, ni la consideró. Me sentí fatal por esa mirada, era como si me dijera que la había traicionado tratando de envenenarla. Perra de mierda.

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