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domingo, 11 de febrero de 2018

Hacia donde vamos Argentina

Yo, Policía en mi hora libre, estaba de compras, cuando lo vi suceder. El delincuente se aproximó sobre su víctima. Era una madre que llevaba a su niño de la mano. Le apuntaba con un arma en el rostro; anunció el robo amenazandola. Al verlo, mi impulso policial surgió. Pero así como surgió se detuvo. Y pensé: "No tengo apoyo del lugar donde trabajo; no tendré carrera, el Ministerio no me defenderá, la ley cada juez la interpreta a su gusto por lo que hay 10, 100, 1000 lecturas para el mismo hecho.  La sociedad me condena. Mi familia; ellos me esperan en casa".
La pobre mujer asustada ni siquiera reaccionó.
  El delincuente (víctima de la sociedad opresora), sin motivos y luego de obtener lo que quería, disparó su arma. La mujer cae al suelo con su rostro ensangrentado. El niño llora, llora sin saber que hacer.
  En ese momento no sólo se llevó las pertenencias de la mujer sino que también destruyó la familia, se llevó sus sueños, sus planes, y su vida.
  No reaccione. Hice la llamada al 911 y avisé; al fin y al cabo es ese el procedimiento.
Llego a casa y estaba mi esposa y mis hijos.
  El Ministerio no expresó que fui irracional al impedir que el señor victimario matase a una mujer por un bolso (finalmente
el es una pobre víctima de la sociedad y tiene derechos y necesidades). No leí en las redes sociales el desprecio de la sociedad enceguecida en contra de la Policia; no vi fotos ni vídeos que mostraban la agresión policial en contra de una persona que sólo quería llevarse un bolso.
No vi las manifestaciones de los derechos humanos reclamando justicia e indemnización a la familia del pobre muchacho muerto vilmente en manos de la Policía poco preparada y que actúa precipitadamente, a la vez que pide encarcelar al Policía por abuso de poder. Tampoco vi la débil falange de la prensa haciendo su cadenas de noticias desacreditando la labor policial.
Mi arma no me fue retirada y no estuve seis meses sin poder trabajar cobrando el 20 % de mí sueldo, mientras deciden si voy a prisión o no. Al final el policía es culpable hasta que se demuestre lo contrario.

Sí. Yo estuve allí. Pero fue como sino hubiese estado.
El problema será cuando el resto de la Policía actúe así.
La inseguridad será mayor aun; el caos gobernará en conjunto con la legislación. El miedo a ir a trabajar, llevar nuestros hijos a la escuela, ir al mercado, nos acompañará y se sentará a la mesa con nosotros.

  Al fin pareciera ser que estamos buscando vivir en este caos.
Hemos perdido el norte. Hemos transgredido valores y principios. Llamamos bueno a lo malo y malo a lo bueno.

  No importa quien lo escribio, importa quien lo lee.

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